viernes, 3 de octubre de 2008

De la Vida...

... y del Amor, así con mayúsculas.

Hace poco he pasado por el trance de perder a un ser muy querido, a la decana de mi familia, a alguien que coronó los 95 años y medio dando y recibiendo cariño a manos llenas. Y con plena lucidez, que es todavía más difícil.

En estas circunstancias es cuando uno se pone a reflexionar en serio sobre la vida, ese lapso de tiempo en el que pasamos por este mundo (hasta la fecha no conozco otro), y que mal que bien sorteamos como podemos.

¿Qué es en realidad la vida? No me digáis que una ilusión, una sombra, una ficción....... que ése cuento ya me lo sé. No, no toda la vida es sueño, aunque es cierto que los sueños sueños son, por más que algunos les quieran adjudicar carácter premonitorio, o presciente, o yo qué se.

Si me paro a reflexionar sobre mi vida hallo un largo camino de errores y rectificaciones, de amor y desamor, de alegrías y penas, y al final ¿qué me quedará?

Puestos a pedir, pido una muerte digna, una hora corta y ahorrar a los míos el sufrimiento, la impotencia y la pena; quiero morirme como mi tía, quiero morirme en un día y sin molestar a nadie. Quiero querer a los míos y que sientan mi cariño. Quiero que me quieran y recuerden lo bueno de mí (tan poquito) y que sean capaz de obviar lo malo (tanto y tanto).

Quiero sentir a mi lado, como sintieron las personas a las que más he querido, a todos los míos arropándome y tratando, no de retenerme en este mundo, sino de hacerme más llevadero el tránsito al otro (si es que existe).

¿Egoísta?, pues claro que sí, como buen ser humano. No concibo el sufrimiento gratuito, no creo en la purificación del alma por el dolor del cuerpo. Creo que lo mejor a lo que puede aspirar una persona es a una muerte digna, y ésta para mí representa el fin de una vida de amor y amistad recíprocos entre una misma y los que a una rodean.

Juro por mi honor que ninguno de los míos, en tanto que yo pueda evitarlo será conejillo de indias, que ninguno sufrirá "ensañamiento terapéutico", que ninguno en fin, pasará sus últimos momentos enganchado a una maraña de cables en un vano intento de alargar sus días, una vez que todos ellos, en mayor o menor medida han vivido una vida plena. Plena de alegrías y de sufrimientos, plena de éxitos y de fracasos, de responsabilidades y de satisfacciones, una vida realmente digna de ser vivida, a la que corresponde por pleno derecho una digna muerte.

A los que van antes que yo: papá, mamá, nunca, nunca, nunca estaréis confinados en una fría cama de hospital más tiempo del necesario, os lo prometo. A los que vienen detrás: hijos míos, por favor, no me dejéis tirada jamás en un hospital; quiero morirme en mi cama, o en su defecto en mi sofá rojo (ya sabéis que me encanta).

Horus se me ha quedado mudo, lógico en su caso, ya que después de tantos años de regular el tráfico entre este mundo y el otro, está un poco harto de pedir paciencia a ambos lados de la orilla. Por cierto, me acabo de enterar de algo muy pero que muy interesante: el concepto de eutanasia es tan antiguo como sugiere la palabra. La muerte tanquila, ( según la RAE, EUTANASIA EN SU SEGUNDA ACEPCIÓN:2. f. Med. Muerte sin sufrimiento físico. Real Academia Española © Todos los derechos reservados); es algo que se reclama desde hace muuuuuucho tiempo. Tanto que ya la humanidad ni siquiera se acuerda de que tiempo antes de que las religiones obligaran a la gente a sufrir por emular los supuestos sufrimientos, martirios, penalidades, etc. etc. de un supuesto hombre-dios, el morir dignamente, el acortar los sufrimientos de un moribundo, el dejar morir en paz a un ser humano era ni más ni menos que una buena obra.

P.S. : por favor, que nadie me enchufe nunca.

Cuando llegue mi hora, dejadme morir en paz. Y si puede ser rápido, mejor que mejor.

No hay comentarios: