The End

S'acabó. Pues sí, se acabó la Semana Santa, cada uno la ha disfrutado con arreglo a sus ideas, creencias y modus vivendi. La cuestión es que estos diíllas, quien más y quien menos, ha hecho lo que ha querido y podido, y ya estamos de vuelta a la bendita rutina.

Digo bendita, porque para mí la rutina de los días lectivos es magnífica. Vamos, que con un ceporrote de 14 años, más grande que yo qué sé, aburrido en casa, está uno deseando que llegue la hora de mandarlo de nuevo al cole. Y éso que no para, si está en Málaga: a la playa a hacer deporte. Si está en el Rincón, ahí tiene para elegir, playa, monte y jardines que limpiar, que de algún modo tendrá que quemar lo que come, que no veas si come el tío. Pero con todo y con eso el día es muy largo, y es mejor estar ocupado.

Ahora ya volvemos al ritmo cotidiano, y parece que todo está más ordenado, aunque en realidad tanto no varía la cosa.

Estaba yo pensando en lo curiosos que somos los seres humanos.

Cuando trabajamos estamos deseando que lleguen unos díillas de descanso, pero muchas veces, si se prolongan más de la cuenta, estamos soñando en volver a nuestras ocupaciones.

En invierno estamos deseando que llegue el verano, en verano nos hartamos y echamos de menos el invierno.

¡Ay! ¿Por qué somos tan complicados?

Claro está que esa complicación de nuestro incorformismo total y absoluto es el motor que empuja a la humanidad.

Me explico, cuando el ser humano empieza a sufrir el frío del invierno busca la calidez que le ofrecía el verano: se inventa la calefacción. Cuando sufre el calor del verano, y añora una brisa fresquita se inventa el aire acondicionado.


Y ahora viene Horus a recalcarme lo de la estupidez humana: él como siempre, buscándome el contrapunto.

Resulta que el ser humano no se conforma con calentarse un poco en invierno, no. El ser humano pretende estar en su casa en el mes de enero en camiseta de tirantes y sudando. Y en pleno mes de agosto hay sitios en los que entras y tienes que ponerte "una rebequita".

Eso no es lógico lo miremos por donde lo miremos, y además de antinatural está propiciando que nuestros inviernos sean cada vez más cortos y crudos, y nuestros veranos más largos y tórridos.

Vamos, que si no ponemos freno, vamos camino de vivir en un desierto aquéllos que encuentren un pedacito de tierra, claro, porque con el deshielo de los polos y la licuación de los glaciares, ya mismo nos vamos a ver como en Waterworld (yo me pido la barca de Kevin Costner, porfa).

Y lo estamos viendo y no nos queremos enterar, claro que como dice Horus, además de inconformistas somos un pelín ceporros. Y nos cuesta mucho trabajo renunciar a las supuestas comodidades que hemos ido adquiriendo. Recalca lo de supuestas porque me recuerda un hecho incontestable: el ser humano va dependiendo cada vez más de la técnica, pero no se refiere al hecho de los avances técnicos en sí, que nos pueden facilitar nuestra vida. Más bien se refiere a otra realidad que estamos experimentando: el ser humano cada vez es más incapaz de sobrevivir por sí mismo, ya que sus propias defensas naturales se están yendo a hacer gárgaras. Nunca se han visto tantos niveles de alergias varias. Nunca han proliferado tanto enfermedades "inocuas" si es que las hay como hasta ahora, hablamos de sencillos catarros, resfriados y similares.

Lógico, si los niños están inmersos invierno y verano en lugares cerrados, acondicionados, atemperados, etc. etc. etc. ¿Qué defensas van a producir ante cualquier pequeño virus? El cuerpo humano necesita en gran parte sufrir por poco que sea las inclemencias del tiempo para aprender a reaccionar ante ellas.

Un poco de lógica y de ser consecuentes: no pretendamos que en febrero nuestra oficina o nuestro hogar tenga una temperatura de playa tropical, sobre todo porque cuando volvamos a salir a la calle vamos a coger un constipado de muerte. No lleguemos a casa en pleno julio y fijemos la temperatura de una blanca Navidad, porque el golpe de calor posterior puede ser mortal también.

NO EXAGEREMOS SEÑORES

Por el bien de todos.

BdS

Bueno hoy me ha salido la vena ecologista, pero es que es verdad que nos estamos volviendo majaretas. Y al paso que vamos lo vamos a pagar y bien caro.